Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón
Mateo, 6, 21
ENCUENTRA LA LLAVE
(...) Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración (...)
(...) Pues, ¡ea!, hijas mías, priesa a hacer esta labor y tejer este capuchillo, quitando nuestro amor propio y nuestra voluntad, el estar asidas a ninguna cosa de la tierra (...)
ABRE
(...)¡Oh, Señor, y qué nuevos trabajos comienzan a esta alma! ¿Quién dijera tal después de merced tan subida? En fin, de una manera u otra ha de haber cruz mientras vivimos, y quien dijere que después que llegó aquí siempre está con descanso y regalo, diría yo que nunca llegó, sino que por ventura fue algún gusto, si entró en la morada pasada, y ayudado de flaqueza natural, y aun, por ventura, del demonio, que le da paz para hacerle después mucha mayor guerra (...).
Extracto de la Primera Morada, capítulos I y II en Santa Teresa de Jesús, Ed. de Mª Pilar Sorolla, Antología, Barcelona, PPU- LHU, 1992.
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