viernes, 18 de diciembre de 2009

Invierno

Amparada por un silencio de nieve trazo dos círculos concéntricos que, sin darme cuenta, toman la forma de un ocho en horizontal.





LOS DÍAS SIN SOL

El lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene,
con los feroces ojos inyectados
en sangre helada, fijos y crueles.
¡Maldito lobo invierno que te llevas
los viejos y los débiles!

¡Reunámonos, que todos
tengan una familia,
un libro y fuego alegre!

Y mientras, fuera, el hacha
el tronco seco hiende,
que será rojo en el hogar, cerremos
la puerta y el balcón... ¡Dios no nos quiere!

¡Tregua! Seamos amigos...
La tibia paz entre nosotros reine,
en torno de la lámpara que esparce
la tranquila poesía del presente.

Y tú, mi amada, cuyos rojos labios
son ya la sola flor, dámelos...¡quiéreme!...
........................................................................
¡Que el lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene!

Manuel Machado,
Alma, 1902, en Alma, Caprichos, El Mal Poema, 2000, Madrid, Castalia.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Confesiones de una alumna aplicada III

Siguiendo con la anterior disertación, voy a ceder las siguientes líneas a quienes mejor pueden hablar sobre ello, l@s propi@s autore/as. Veamos si sacamos algo en claro, pues ya lo dijo Octavio Paz en su momento: los poetas no tienen biografía; su obra es una biografía. Por mi parte, dejo aquí el tema, pues podríamos alargarlo hasta límites insospechados y aún quedan muchos asuntos sobre los que tratar. Tened por supuesto que cualquier aportación será de sobra bienvenida.

Comencemos con uno de mis autores favoritos, Juan Ramón Jiménez:

Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!


Juan Ramón Jiménez, Eternidades, 1.918, en Antología Poética, Madrid, Cátedra, 2008.






Trasladémonos hasta Norteamérica y escuchemos a Charles Bukowski:




AMOR, FAMA Y MUERTE

se sienta afuera de mi ventana
como una vieja que va al mercado;
se sienta y me observa,
suda nerviosamente
por entre alambre y niebla y ladrido-perro
hasta cuando inesperadamente
golpeo la pantalla con un periódico
como manoteando una mosca
y usted pudiera escuchar el grito
en esta ordinaria ciudad,
y entonces salió.

la manera de terminar un poema
como este
es quedarse de pronto
callado.

Versión de Rafael Díaz Borbón
Charles Bukowski, extraído de http://amediavoz.com/bukowski.htm






Repasemos los de sobra conocido versos de Fernando Pessoa:



AUTOPSICOGRAFÍA

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.

Fernando Pessoa, en 42 Poemas, Madrid, Mondadori, 1998







Regresemos a continente americano, ahora a Sudamérica, y leamos a Jorge Luis Borges:




ARTE POÉTICA

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche , que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor, y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges, El Hacedor, 1960








De nuevo en España, continuemos con Federico García Lorca:



SOBRE UN LIBRO DE VERSOS Dejaría en este libro
toda mi alma.

Este libro que ha visto
conmigo los paisajes y vivido horas santas.
¡Qué pena de los libros
que nos llenan las manos de rosas y de estrellas y lentamente pasan! ¡Qué tristeza tan honda
es mirar los retablos

de dolores y penas
que un corazón levanta! Ver pasar los espectros de vidas que se borran, ver al hombre desnudo
en Pegaso sin alas,

ver la vida y la muerte,
la síntesis del mundo,
que en espacios profundos
se miran y se abrazan.

Federico García Lorca, Poemas Inéditos de Juventud, 1918







Visitemos a mi querido Ángel González:

A VECES
Escribir un poema se parece a un orgasmo:

mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones. Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras, muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos, las miro desde abajo,
les hago lo de siempre

y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada! Lo expresaba muy bien César Vallejo:
"Lo digo y no me corro". Pero él disimulaba.
Ángel González, Grado Elemental, 1962








Y, por mi parte, terminamos con Alejandra Pizarnik:





COLD IN HAND BLUE
y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué

tengo miedo.

Alejandra Pizarnik, El Infierno Musical, 1977.