viernes, 10 de julio de 2009

Diseccionando la (supuesta) Anatomía de un Ángel Hembra III




Para terminar mi pequeño homenaje a Pedro Andreu y su Anatomía de un Ángel Hembra me gustaría haceros llegar el que este autor rinde a varios poetas.
Mi primera sorpresa fue el encontrarme conjugados en un mismo poema estilos de dos de mis poetas favoritos, separados por siglos de estética y corrientes varias, pero grandes y reconocibles sin lugar a dudas. Veamos el poema y a ver si sois capaces de dar con sus nombres:


Si yo fuese Dios, si pudiese, si supiese
el secreto primero de la vida, si me dejaran:
te crearía tal cual eres: tu misma risa
que me tiembla aquí adentro, tus tobillos,
tu forma de mirarme, de jugar con el puzzle
de tristezas que forman mi pasado, tu boca
que esparce, Laura, en aire asalvajado
epidemias de besos como pájaros, que desordena
el caos que llevo dentro por no querer
amarte, y sin embargo..., mira, me desarmas.
Si yo fuese Dios...¡Qué carajo! Prefiero
apenas ser un hombre, saber que existe el fuego,
que vos podéis quemarme, que vos tenéis
la hoguera, que por vos debo arder,
que tú a mí
me quemas.

Quienes normalmente leais poesía reconocereis de inmediato las fuentes de los anteriores versos. Efectivamente, se trata de Ángel González y, nada más y nada menos, que Garcilaso de la Vega. El poema lleva por título "A la manera de Ángel González y Garcilaso de la Vega", redundancia que se cumple a rajatabla a lo largo de toda la composición, pero que además va acompañada de un final irónico e inesperado, tan propio del poeta oventese y que casa perfectamente con el tono general del poemario. Esperanza, pesimismo, modernas metáforas y alguna sinestesia van construyendo este poema para, de pronto, dar lugar a un irónico desenlace cargado de negro sentido del humor.

Os transcribo a continuación, para quienes no los conozcais, los poemas de ambos autores.


Me Basta Así

Si yo fuera Dios

y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;

lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera

de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;

ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría

lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,

resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,

yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo

constelaciones: existes.
Creo en ti.

Eres.
Me basta.

Ángel González, Palabra sobre Palabra (1965)





Soneto V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo cre
o,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Garcilaso de la Vega, "Soneto V" en Poesías Castellanas Completas (1986)

Seguramente no se os habrá pasado por alto la alusión que Pedro Andreu hace a su amada, a quien llama Laura, y que, casualmente, coincide con la laura petrarquista. Pues bien, sabemos que Petrarca fue fuente pródiga en la que bebieron los más reconocidos autores de la Edad de Oro española, dando pie a la gran mayoría de sus sonetos, y nuestro autor no se conforma con compartir con éste objeto poético de idéntico nombre, sino que además se sienta ante su propia laura y, dibujando vaporosos dragones verdes, lanza un compendio de versos libres y sin rima, formando un halo de clásica atemporalidad. Tema clásico sin molde formal. Y es que se repite, una vez más, la misma historia...Quizás se deba a la universalidad de la buena poesía...



Pipa de Kif contra Petrarca

Desde una pipa de kif. En esta habitación naranja
tomada tantas veces por mis antiguas bestias.
Sin ventanas que den a la ciudad
de los murales verdes. Desde una
pipa de kif,
despacio. Ahora que compren
do
que nada permanece, que todo se hace nada,
como una piedra humo en esta pipa.
Ahora, que estaba solo y harto de cantar
sobre la tierra áspera, pronuncio humo de ti;
tu nombre: Laura. Y acuden las imágenes:
carreteras perdidas entre los girasoles, refugios
de montaña, mapas de piel desnuda, el metro
de Madrid, aquel hostal que da a la calle Pez,
los marcianos parajes de Josa, el Alto Tajo
donde rocé dormido tus tobillos de invierno...
Y parezco Petrarca con los dedos manc
hados
de polen mentiroso de poemas.

Yo no sé de los pájaros, pero adoré mis alas.
Yo no sé qué es el fuego, pero viví quemándome.
Y de ti no sé nada pero me desarraigas
del lenguaje.
Y duermo a la intemperie
de tus ojos,
donde ya las palabras no pueden abrigarme.

El kif es mi mentira, esta pipa es una
excusa,
y Petrarca ese imbécil que pretendió encerrar
tus caderas clásicas en rígidos sonetos.


Tras leer este poema vino a mi mente, inevitablemente, el aroma del kif tan celebrado por los poetas modernistas y, sin remedio, no me quedó otra opción que trazar esa línea recta entre la estética decadentista y la que impregna Anatomía de un Ángel Hembra, pues leer los poemas que lo componen es actualizar versos de Gustavo Adolfo, Fco. Villaespesa o Valle-Inclán.




Otro de los grandes nombres evocado por Pedro Andreu es el de Pessoa. Arriesgado es el emprender empresa de tamaña magnitud, no obstante creo que, los versos que siguen, captan la esencia del poeta portugués, aunque, evidentemente, no haya punto de comparación y un@ se quede como esperando un poco más...
Antes de transcribir el poema me gustaría que leyérais esta pequeña introducción al Libro del Desasosiego (comenzadao en 1912 y publicado por primera vez en 1982) de Fernando Pessoa:


En estas impresiones sin nexo, ni deseo de nexo,
narro indiferentemente mi autobiografía sin hechos,
mi historia sin vida. Son mis Confesiones y
si en ellas nada digo, es que nada tengo que decir.


Ahí va el poema:


Desasosiego (a la manera de Pesso
a)

Mi vida está cansada de vivirme.
Está harta de caminar descalza por la playa
sin nada que hacer, tirando piedras
a la ciudad del fondo, trepándose sin ganas
a las vértebras hundidas de la tarde.
Mi vida, mi vida, mi perezosa
vida de estar por casa en zapatillas,
hecha de días torpes y noches inyectadas.
Es como si me pegaran- a veces-
con mi vida en la boca.


Y ya no tengo fuerzas para encajar más golpes.


F. Pessoa 

Para concluir, os dejo con un último poema y os invito a que descubrais el guiño que aparece en él. Para mí, ha sido todo un placer el poder escribir y reflexionar a raíz de la obra de un poeta de mi misma tierra, Pedro Andreu, por lo que os recomiendo encarecidamente que os hagais con la edición de Anatomía de un Ángel Hembra y la disfruteis tanto como yo.

Aquí os dejo el poema:


Habitación cerrada

Y entonces, cuando la realidad
me aturde, me llama a sus trabajos,
a horarios, a rutinas,
me despista de ti, me dice que estás lejos,
se delata y me entrega al desamparo;

cierro ventanas, puertas, corro cerrojos y cortinas,
apago interruptores, me cubro con tres mantas
en el suelo invisible de mi cuarto, aspiro vértigo,
escucho el sonido de mis pensamientos,
que zumban como un panal de abejas.
Nos frabricó la noche artificial de este poema.
Entonces vuelves, con nitidez de cuarzo
a golpearme el cráneo por adentro,
y estás entre mis brazos, y eres la albada negra
y sus antiguas razas de bestias extinguidas,
y eres la frágil flor del cactus que esta luna
brotó desnuda de mi cantar desierto,
y un sábado naranja de diciembre
en que tú y yo temblamos cubiertos de palabras.
Ángel de mis infiernos, tiniebla íntima,
agua que blanda horada la dura piedra
de mi sangre, viruela, cáncer mío,
fiebre alta, voz de sirena en cueros
llamándome al naufragio eres.

Y tu nuca titila como un planeta virgen
en la desolada oscuridad
artificial de mi mente. Aunque tú estés tan lejos
de mi cuarto- y quizás mis palabras no te tocan-
y yo muerda tus sombras solamente.

Pedro Andreu, 2008, Anatomía de un Ángel Hembra, Palma, ed.
Palma de Naranja

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Georgina.
Soy Pedro Andreu y por casualidad llegó a mí tu blog y tus comentarios a "Anatomía...". Me alegra que el libro haya provocado tantas sensaciones intensas en ti. Me encantó leer tus acertados análisis del libro.
Un beso, volteretas y un puñado revuelto de vértigo y palabras.

Pedro Andreu, juglar en paro.

Anónimo dijo...

Por cierto, este es mi mail: bonrollo@hotmail.com

besos de un desconocido a una desconocida, jejeje.

Pedro Andreu

Anónimo dijo...

Por que no:)