sábado, 7 de agosto de 2010

El krausismo en Juan Ramón Jiménez

Much@s fueron l@s poetas que siguieron una línea hermetista y krausista a la hora de definir las líneas generales de su poesía, emparentada también en cierta manera con el pensamiento panteísta.

Ejemplo de ello es uno de los grandes, hacia quien no puedo ocultar gran debilidad y mayor admiración, Juan Ramón Jiménez.

Efectivamente, es en su segunda etapa poética (1914- 1923), tildada por gran parte de la crítica como de "avidez de eternidad", cuando surge cierta tensión entre misticismo y sensualismo. Para esta entrada voy a seguir el prólogo de Javier Blasco a la edición de la Antología Poética de Cátedra (Madrid, 2008).

Escribe Javier Blasco que la relación yo-mundo se modifica radicalmente en esta segunda etapa de la creación juanramoniana. El mundo interior del poeta gana autonomía, convirtiéndose en sujeto de esa meditación metafísica que viene a ser el poema. Ahora le interesa la realidad en cuanto enigma que guarda celosamente en sí el significado profundo de la existencia. La poesía se convierte, por ello, en amorosa tarea de desciframiento de dicho significado: el pájaro y la rama, la piedra y el cielo, la raíz y el ala, etc., dejan de ser parte de un cuadro para convertirse en símbolos portadores de un mensaje en clave, a la vez, ética y metafísica. De hecho, aquí comienza el verdadero simbolismo moderno de Juan Ramón Jiménez, un simbolismo diferente al francés porque a la dimensión metafísica de éste, el poeta añade una dimensión ética (que la belleza haga buenos a todos) que a él le viene del krausismo.

NADA

A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento;
subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.

Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?

¡Nada, sí, nada, nada! - O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...-

Que tú eres tú, la humana primavera,

la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
...¡ y soy yo sólo el pensamiento mío!
Cursiva
Juan Ramón Jiménez, Sonetos Espirituales (1914) en Antología Poética, Cátedra, Madrid, 2008.



Juan Ramón Jiménez


Como los simbolistas franceses, Juan Ramón Jiménez concibe el mundo como un universo de símbolos con múltiples y misteriosas correspondencias entre sí: las cosas no tienen valor en sí mismas, sino en cuanto a símbolos que remiten - a la vez que ocultan- a un más allá desconocido. Como los simbolistas franceses, el poeta piensa que descifrar uno de tales símbolos supone la posibilidad de iluminar parte de esa zona misteriosa que la realidad visible está velando. Pero Juan Ramón Jiménez persigue, en ese desciframiento de la realidad invisible que es su poesía, no solo una clave cognoscitiva, sino también una norma de vida (comienza a forjarse lo que será uno de los aspectos que personalmente más admiro de este poeta: su ética-estética).


Yo solo Dios y padre y madre míos,
me estoy haciendo, día y noche, nuevo
y a mi gusto.

Seré más yo, porque me hago
conmigo mismo,
conmigo solo,
hijo también y hermano, a un tiempo
que madre y padre y Dios.

Lo seré todo,
pues que mi alma es inifinita;
y nunca moriré, pues que soy todo.

¡Qué gloria, qué deleite, qué alegría,

qué olvido de las cosas,Cursivaen esta nueva voluntad,
en este hacerme yo a mí mismo eterno!

Juan Ramón Jiménez, Eternidades (1916-1917) en Antología Poética, Cátedra, Madrid, 2008.





Los libros de esta segunda etapa juanramoniana -y en esto el poeta ya no cambiará nunca- revelan una ineludible voluntad de ver el mundo con ojos nuevos y propios, de mirar el mundo con ojos recién estrenados. Debido a que las palabras hablan de las cosas, le es preciso inventar una nueva palabran que le permita hablar de ese desnudo que las cosas visten. Tal palabra será la base de la poesía desnuda, una poesía en la que la exigencia de desnudez se hace extensiva a todos los niveles: fónico-rítmico, léxico, semántico...

Como consecuencia de todo esto, el poema llega, a veces, a unos niveles tales de concisión expresiva, de abstracción y de ambigüedad, que la crítica ha definido la escritura juanramoniana de esta etapa como intelectualista y hermética. Y sin embargo, ninguna de estas etiquetas se aviene con la postura de Juan Ramón Jiménez, que siempre en su crítica y en su teoría poética se manifestó contrario a la poesía como fruto del intelecto.


No os quitéis la pasión
del momento. Que el grito
de la sangre en los ojos
os rehaga el sentido
tierra, un punto, de fuego
sólo, sobre el sol igneo.

¡No! Ciegos, como el mundo
en que miráis... lo visto,
cuando veis lo que veis;
tal vez con el instinto
uno y fuerte, un momento
vayáis hasta el destino.

Tiempo tendréis después
de alargar los caminos
vistiendo, hora tras hora,
el desnudo bien visto.

¡Con qué segura frente
se piensa lo sentido!

Juan Ramón Jiménez, Estío (1916) en Antología Poética, Cátedra, Madrid, 2008.



4 comentarios:

Gloria dijo...

Me cuelo en tu blog, Juan Ramón me lo permita, por un comentario que dejaste en el blog de Las maneras de recogerse el pelo.

Vi con entusiasmo que querías hacerte con algún libro mío. Bueno, no tengo libros publicados (aparte de algo en antologías) y lo tengo todo publicado, según se mire. En este mundo que corre de editoriales-imprenta y demás es difícil hacerse un hueco (siempre lo fue y mucho más si, como yo, no tienen ambición) pero es muy fácil darse a conocer. Ahora mismo yo me comunico contigo sin conocerte en persona. Así que espero que disfrutes de lo que me puedas leer. Creo que en alguna parte de Madrid hay algo autoeditado por mí, un poemario doble. Pero, en todo caso, en mi blog y en mis labios podrás encontrar mucho más. Aquí estoy para lo que necesites. Saludos.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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