viernes, 2 de octubre de 2009

Confesiones de una alumna aplicada I

Creo que una de las preguntas que con mayor frecuencia se hace la gente que ha oído hablar alguna vez de poesía, participando de esa por antonomasia curiosidad humana, sobre el mundo literario es la de si el/la poeta nace o se hace.
Ya desde la Grecia clásica se trató esta difícil y, la mayoría de las veces, ambigua cuestión. Platón condenaba a la Poesía a un eterno exilio de su República debido a que l@s poetas, a la hora de escribir, estaban poseídos por delirio divino y, por tanto, ajenos a la razón. A ese delirio, tan suprasensible, lo denominó inspiración y lo concibió en sus diálogos como una forma de locura que resulta imprescindible para diferenciar entre un auténtico o un mal poeta. Platón está convencido de que la calidad de un poema no es algo que dependa del dominio de los artificios poéticos, sino que se alcanza únicamente tras haber experimentado ese rapto divino que es la inspiración. Siguiendo este razonamiento, la inspiración no es algo que afecte únicamente a los poetas, sino a todo lo que rodea a la poesía: también a quienes la estudian y a quienes la recitan y a quienes la escuchan.
Por lo tanto, ser poeta, para este autor, es una manera de estar loc@, un tipo de enajenación mental, de delirio divino. Algo totalmente ajeno a la razón, cuyo dictado siguen los filósofos por ser el único camino hacia la Verdad. El poeta, ser irracional, no puede llegar hasta ella, ya que no sigue las reglas del arte, sino que se mueve por un impulso divino. Lo que significa que nunca podrá ser un buen maestro porque, en rigor, no sabe nada: todo se lo dicta una inspiración misteriosa.


LA MUSA VERDE

Es uno de esos días cálidos y angustiosos
que presagian trastornos atmosféricos. Una
luz lívida nos hace pensar en venenosos
metálicos reflejos de una muerte laguna.

Todo está en carne viva. Lo más sutil se siente.
Al corazón, la asfixia de su dolor sofoca...
Parece que los nervios maceran lentamente
los dientes puntiagudos de una sádica boca.

Es tu hora sombría, ¡oh Baudelaire! Fumamos
opio, se bebe ajenjo, y, embriagados, soñamos
con tus artificiales paraísos perdidos...

Al alma invade el ansia de muertes misteriosas,
y sentimos deseos de quedarnos dormidos
sobre un lecho fragante de flores venenosas.

Fco. Villaespesa, Tristitiae Rerum, 1906, en Antología de la Poesía Modernista Española, Madrid, 2008.


El Bebedor de Absenta, Edouard Manet


Bien, después de esta siempre bienvenida enajenación divina y copa colmada de ambrosía creativa , proseguimos nuestro recorrido por la antigüedad clásica para llegar hasta el segundo gran filósofo griego, Aristóteles. Este autor se aparta de la idea de del artista como ser inspirado y presenta la idea del artista consciente, el artesano que elabora una obra pensando en la eficacia que tiene que tener para conseguir eficazmente su objetivo último. Por tanto, la poesía es, para Aristóteles, sobre todo técnica, y no el resultado de un rapto divino absolutamente irracional. De hecho, su Poética puede ser considerado el texto que elabora un primer estudio especializado y sistemático sobre el hecho poético.


PINTA EL "AQUÍ FUE TROYA" DE LA HERMOSURA

Rostro de blanca nieve fondo en grajo,
la tizne presumida de ser ceja,
la piel que está en un tris de ser pelleja,
la plata que se trueca ya en cascajo,

habla casi fregona de estropajo,
el aliño imitado a la corneja,
tez que con pringue y arrebol semeja
clavel almidonado de gargajo.

En las guedejas vuelto el oro orujo,
y ya merecedor de cola el ojo,
sin esperar más beso que el del brujo.

Dos colmillos comidos de gorgojo,
una boca con cámaras y pujo.
A la que rosa fue vuelven abrojo.

Fco. de Quevedo, en Poesía Festiva (16...), perteneciente a Antología Poética, Madrid, 1.999.



Una vez repasados los geniales -o más bien, trabajados- versos de uno de los autores más destacados en el ámbito literario de todos los tiempos desde su aparición, llegamos al nombre con el que, por hoy, pongo fin a esta reflexión sobre la concepción del poeta a lo largo de la historia, Horacio. Es en la última parte de la Epistola ad Pisones donde el filósofo griego, que, no obstante, estudió en Roma, desplaza el foco de atención desde la obra de arte al poeta que la crea, y lo hace basándose en una serie de dualidades, siendo la que nos interesa en esta entrada la siguiente: Ars/Ingenium. Esta dualidad se refiere al origen de la poesía, cuestionándose si la poesía es fruto de una inspiración natural - en general se acepta la sinonimia entre ingenium y natura, entendida ésta como "talento o capacidad natural no adquirida", o de trabajar con las reglas del arte, siempre susceptibles de ser aprendidas. Horacio muestra aquí una actitud intermedia, equilibrada: de nada sirve trabajar mucho si no se tiene una cierta vena poética, pero tampoco sirve de nada el ingenio natural sin pulir.David Viñas, Historia de la Crítica Literaria, Barcelona, 2002.


Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
"Ven": y tú llegas quedo;
"vete": y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!).
Pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

Pedro Salinas, Presagios, 1923.




3 comentarios:

Erebus dijo...

¿Ha salido esto después de una clase de estética? Te tomo el comentario, por lo demás bastante acertado.
Tenemos la concepción del poeta como "ser divino" y como técnico creativo (¿te imaginas poner eso en un CV?).
Para la número II espero la visión del poeta-héroe/dios de Whitman y de Nietzsche y la del poeta como elemento social del S.XX.
Me pasaré por aquí de ahora en más.
hasta pronto.

Edu dijo...

El poeta es, nacio cuando hizo verso y se hace cuando pone fin a su poesia.
Un Abrazo

Pablo dijo...

Todas podemos escribir poemas mas no todos somos poetas... :-)

Comes con nosotros mañana, no?